Equidad
La realidad engulle a la
ficción, “d4”. Entiendo y hago “e4”. Perdona, me apunta, he
dicho “d4”. Ah, lo siento “c4”. Sube un tanto la voz y
reafirma “d4”. En ésto han pasado diez, quince o veinte segundos
cuando mi oponente logra que le haga la primera jugada. Seguimos
jugando y yo anoto la jugada mía y la de mi rival, he cronometrado
el tiempo que empleo en apuntar la jugada y nunca necesito más de
cinco segundos, sin embargo cada vez que mi oponente me canta la
jugada yo le “robo” al menos diez: entre que me entero, pienso lo
que me ha dicho, evidentemente apunto su jugada y a veces la mía en
su tiempo; en muchas ocasiones me he ido a mear y al volver después
de tres o cuatro minutos he visto a mi rival con cara de bobo
esperando para que le moviera la pieza. Equidad, me siento
una persona equitativa, le estoy haciendo un favor, me aguanto
sentado esperando que cante la jugada, podría levantarme y relajarme
contemplado las demás partidas de la sala, pero eso es otra
cuestión, tengo ganas de fumar, le comento al árbitro si puede
estar al tanto para moverle la pieza cuando juegue. He cronometrado
una partida y yo apuntando las jugadas he perdido como mucho cinco
minutos. Sin embargo a mi rival, el que no puede mover las piezas, le
he “robado” (sin querer claro está) entre que no oigo bien la
jugada que me canta, que me olvido de apretar el reloj, que me voy a
mear, que me despisto hablando con algún amigo... al menos quince
minutos.
Equidad, está todo
dentro de la legalidad, imaginaos: el árbitro, amparándose en su
“imparcialidad”, le ha “robado” veinte minutos más, más
diez segundos por jugada, sólo por apuntar, si además quitara
tiempo por mover, podría, pues las normas dicen que es a criterio
suyo, mi rival se quedaría con la mitad de SU tiempo.
Lo malo no es que no
hayan cronometrado la desigualdad de mi rival (el que no puede mover
las piezas) lo inaudito es que la mayoría le de la razón a un
árbitro que no la tiene.
Hay que tener en cuenta
que una sala de ajedrez es un silencio perpetuo, no me puede cantar
la jugada molestando a todo el mundo, por ese motivo en infinidad de
ocasiones yo puedo entender, en vez de “d4”, “e4” ó “c4”...
En fin ya sé que quien aplica una norma sin estudiar el por qué,
seguirá aplicándola porque sí, que es como se hace casi todo en
este país.
Comienza la partida, el
reloj de mi rival (el que no puede apuntar) marca 1,20, encima le
“robarán” quince minutos en pérdidas de tiempo, a veces sin
querer y a veces queriendo.
El mío 1,40, perderé
cinco minutos apuntando la partida.
No quiero entrar en el
tema emocional de mi oponente, nervios porque no le oigo, porque no
aprieto el reloj, porque me voy a mear...
La equidad del árbitro
es.... ¡¡La honradez personificada!!
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